Este Martes 16 de septiembre, en el Estadio Metropolitano de Techo se jugó el partido de vuelta de octavos de final de la Copa BetPlay. Donde Envigado clasificó gracias al gol de la ida, el mismo que Millonarios sigue buscando con mapa del tesoro.
El drama vs. la calculadora
Millonarios llegó con la urgencia de un estudiante el día del examen final: necesitaba pasar para no repetir el año sin internacional. Hernán Torres, en el banquillo, probablemente pensando: “¿Y si meto otro delantero?… Nah, mejor centro más”.
Envigado, en cambio, llegó con la mentalidad de un abuelo jugando ajedrez en el parque: movimientos tranquilos, tiempo a favor y una paciencia que desespera. El plan, aguantar, aguantar y, si se puede, aguantar un poco más. ¡Y funcionó a la perfección!
El plan de partido (¿o el “plan”?)
Los embajadores empezaron con estrategia: ¡Centros! ¡Centros por todos lados! Beckham Castro corriendo como si le persiguiera un enjambre de abejas. Leo Castro de referente, moviéndose tanto que hasta se marcó solo. Y Jorge Arias, el único que parecía recordar que con la cabeza también se puede golpear el balón.
Lo que faltó fue un manual de instrucciones titulado “Cómo meter el balón en esa cosa grande con una red”.
Por su lado, la cantera de héroes usó la táctica maestra de once tipos dentro de un autobús estacionado.
Andrés Tovar, el portero, con más reflejos que un gato en un rave. Atacar lo justo y necesario, como pedir un agua en un bar de copas: poco, pero efectivo. Tomás Soto, el señor de los tiros libres, y Bayron Garcés, corriendo en contraataques como si hubiera una pizza gratis al final.
Lo que nos hizo reír… para no llorar
El equipo embajador empezó con todo. Beckham disparó, Tovar atajó. Leo Castro forcejeó, Tovar atajó. Arias cabeceó, Tovar… ya se imaginan. Parecía que el gol era cuestión de tiempo… hasta que Envigado dijo “¡Ah, no, pues nosotros también existimos!”.
Soto tiró un libre y Diego Novoa, el portero azul, sacó una mano milagrosa que ni él mismo se la creyó. ¡Y el palo! ¡El traicionero palo le dijo “no” al 0-1!
En el segundo tiempo, el ballet azul perdió más ideas que un político en campaña. Los centros se volvieron tan predecibles que la defensa de Envigado los recibía con abrazos.
Y el equipo naranja, sin despeinarse, tuvo hasta para hacer la del “casi, casi”: Garcés obligó a Novoa a sacar otra mano mágica y Édison López le dijo “hola” al poste.
El final fue un festival de desespero azul. Remate de Leo Castro, suspiro de la hinchada y… ¡nada! Cero a cero. Cero–uno global. Adiós, Copa. Hola, crisis existencial.
Qué deja la serie
Millonarios: se le cerró la vía rápida a torneos internacionales. Ahora a remar en Liga y buscar un exorcista para la sequía goleadora.
Envigado: premio al que hizo lo justo. Defendió, administró y clasificó. Ahora le toca Pereira.
La foto final de la llave
- Ida: Envigado 1–0 Millonarios (Gol de Tomás Soto, el dolor de cabeza azul).
- Vuelta: Millonarios 0–0 Envigado (En Techo, donde hasta la esperanza se aplastó).
- Clasificado: El equipo naranja (Global 1–0). ¡A cuartos contra Pereira!
Veredicto final
El equipo embajador tuvo la pelota, las ganas y el drama, pero olvidó lo esencial: el gol. Envigado, con paciencia y un arquero en modo muralla, se llevó el premio.
Al final, el fútbol premia a los que meten el balón adentro. ¡Qué concepto tan revolucionario!